lunes, 10 de febrero de 2020

Autobiografía del fútbol

Muchos se imagina que soy un deporte relativamente joven y de origen inglés, a juzgar por mi nombre, derivado de las voces foot, pie, y ball, pelota; pero, ¡oh!, cuan equivocados están. Los antiguos griegos ya me jugaban con ciertas modalidades y me asignaban el nombre de harpaston.

Me acuerdo, como si fuera ayer, ¡que prodigiosa es mi memorial!cuando los legionarios de Julio César me llevaron a Inglaterra, en donde fui practicado con entusiasmo, hasta que, en la Edad Media, viene en menos, porque, según decían, la rudeza con que era jugado perjudicaba el deporte del arco de tanta importancia para la guerra. Y así pasaron años y años, hasta que a mediados del siglo XIX volvi a florecer en Inglaterra, y esta vez, para reinar en casi todo el mundo y en auge constante.

El primer reglamento de mi juego se redactó el año 1863, y modernamente ha experimentado variaciones de importancia en cuanto a técnicas y prácticas de estrategia.

Tengo el orgullo de contarme entre los deportes más intensos y complejos, porque además de contribuir al desarrollo físico de los que me practican, colaboro a formarles personalidad, que consiste en el dominio de sí mismo y en la serenidad, justicia y caballerosidad que caracterizan a los verdaderos deportistas.

Más no sólo contribuyo al bien de los que me juegan, pues, por ser yo el deporte más popular, entretengo a las grandes masas que, alejadas de expansiones malsanas, me admiran en campos abiertos, acariciados por el aire y el sol.

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