Oscar Martínez Bilbao
Para aprender a soñar,
soñé que estaba soñando...
Yo era un niño de la ciudad
y tú eras un niño del campo.
Los dos viajábamos juntos
sobre un caballo de basto.
Siete sauces dormilones
miraban dormir el pasto,
y las nubes en el cielo
tejían mantas de guasos.
Yo te regalé mi pueblo
y tú me regalaste el campo.
Encima de un cerro alegre
había un violín tocando;
la noche cantaba en él,
para hacer dormir los pájaros.
¡Qué lindas cosas se ven
cuando se viajaba de guaso!
Este sueño que yo tuve,
lo tuve andando en el campo,
y de tanto que soñé,
aprendí a vivir soñando.
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