miércoles, 19 de septiembre de 2012

Vocación

Rabindranath Tagore

Todas las mañanas, cuando suena el gong de las diez y yo voy camino de la escuela, me encuentro en la calleja con ese vendedor que grita: "¡Pulseras, pulseras de plata y de cristal!" Nunca tiene prisa, ni va más que por donde quiere, ni lo obligan a llegar a sitio alguno, ni a volver a su casa a su hora.

¡Quién fuera vendedor, para pasarme el día por la calleja, gritando: "¿Pulseras, pulseras de plata y de cristal!".

A las cuatro, cuando vuelvo de la escuela, miro todas las tardes por el portón de aquella casa que está allí, y veo al jardinero cavando la tierra del jardín. Hace lo que le da l agana con su azadón, se mancha la ropa de polvo cuando quiere y nadie viene a decirle que si el sol le está poniendo negro, que si se está calando el agua...

¡Quién fuera jardinero, para cavar y cavar la en el jardín si que nadie me grite!

Cuando mi madre, en el mismo momento en que oscurece, me manda a la cama, veo por la ventana al sereno que se pasea, vigilando, arriba y abajo. La calle está oscura y solitaria y la farola está de pie, como un gigante, con un solo ojo colorado en la frente. El sereno viene y va, meciendo su farol, con su sombra al lado, y en su vida se tiene que acostar.

¡Quién fuera sereno, para pasarme la noche entera calle abajo, calle arriba, persiguiendo las sombras con mi farol!

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