sábado, 21 de julio de 2012

La "Aurora de Chile". El primer periódico nacional

W. Millar, chileno.

En los primeros años de nuestra emancipación política, no había imprentas en Chile, en que los patriotas pudieran hacer propaganda en favor de las nuevas ideas y dar noticias al pueblo de los sucesos públicos. Un ciudadano sueco, Mateo Arnaldo Hoever, encargó una, por su cuenta a los Estados Unidos, la cual llegó a Valparaiso, en noviembre de 1811.
Don José Miguel Carrera, jefe de Gobierno, compró aquella imprenta que tan oportunamente llegaba al país, por cuenta del Estado, y la hizo instalar en Santiago, para sacar un periódico que prestigiara la revolución chilena., En Chile había habido solo un intento de imprenta, unos pocos tipos que tuvieron los padres de la Domínica, donde se imprimieron pequeños folletos y esquelas.
Fray Camilo Henríquez, que había demostrado ser un patriota decidido y entusiasta, y cuyo talento e ilustración eran reconocidos, fue encargado de la dirección del periódico que iba a publicarse.
El 13 de febrero de 1812 apareció el primer número de la Aurora de Chile, en medio de las más delirantes explosiones de regocijo del pueblo. Los hombres cruzaban las polvorosas calles coloniales de Santiago con una "Aurora" en la mano, y detenidamente a cuantos encontraban, leían y volvían a leer su contenido, dándose los parabienes por tanta felicidad y prometiéndose que por este medio, pronto se desterrarían la ignorancia y ceguedad en que hasta entonces habían vivido.
Camilo Henríquez tenía una pluma desbordante de vigor y de audacia, y desde el primer momento comenzó a arrojar a puñados y a todos los vientos, la multitud de ideas revolucionarias, republicanas y democráticas que bullían en su cerebro. "Vosotros no sois esclavos -escribía-, ninguno puede mandaros contra vuestra voluntad. ¿Recibió alguna patente del cielo que acredite quién debe mandaros? La naturaleza nos hizo iguales, solamente en fuerza de un pacto libre, espontáneo y voluntariamente celebrado, puede otro hombre ejercer sobre nosotros una autoridad justa, legítima y razonable".
También escribieron en la Aurora de Chile, don Antonio de Irisarri, que se hizo popular con el seudónimo "Ají", y en verdad que le venía, porque eran picantes sus sátiras; don Juan Egaña, abogado y consultor de Carrera; don Manuel de Salas, filósofo y educador; don José Miguel Infante y don Manuel José Gandarillas.

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